domingo, 5 de mayo de 2013

¿CONOCE LA COSPEDAL EL FUNCIONAMIENTO DEMOLIBERAL?



La Secretaria General del PP, y a la sazón Presidenta Castellano-Manchega, ha hecho unas llamativas declaraciones que generan cuanto menos perplejidad. Se trata del envite que ha hecho, este fin de semana, a las ONG´S, plataformas públicas y demás grupos sociales que agrupados en torno a la defensa de unos objetivos están reivindicando públicamente sus concretos intereses. Pues bien, a estos les ha venido a  preguntar ¿cuántos son?, ¿qué peso político-social tienen?, y ¿a quién representan?, invitándoles a presentarse a las próximas elecciones para ver si ganarían la legitimidad de las urnas.
El planteamiento de la Sra. Cospedal es un sofisma moderno, en razón a que aparenta una lógica interna, pero tiene su trampa.
Tal hecho viene como consecuencia de que todo régimen democrático de porte liberal suele dar, y debe dar, amplitud de participación a la sociedad civil, distinguiendo los grupos políticos (partidos y coaliciones políticas) cuyo objeto directo es la participación en la vida política, preparando candidaturas, presentándose a elecciones y formando parte de las Instituciones Políticas para estructurar las necesarias mayorías representativas de los ciudadanos que han votado, en aras a la formulación de la agenda política y la acción de gobierno en el interior y en el exterior del Estado. Pero además existen otros actores sociales (sindicatos, asociaciones empresariales, profesionales, y civiles) cuya única finalidad es la defensa de los intereses de dichos colectivos en los diferentes ámbitos (político, social, económico, etc.), pero en modo alguno pretenden erigirse en partidos políticos y entrar en la “arena política” institucional.
Esta importante y esencial diferenciación debería tenerla clara todo ciudadano, para el ejercicio y defensa de sus intereses y los de los colectivos en que participa. Pero es lamentabilísimo, que parezca tenerla confusa, nada más y nada menos que la número dos del principal partido político en España, que además tiene responsabilidades políticas de gobierno.
Tan esencial y básica es la distinción, que sobre la misma se distingue –a su vez-  entre la “democracia representativa” y la “democracia participativa”. Ya que con el ejercicio libre del voto electoral los ciudadanos otorgan su representación política (habitualmente por cuatro años) a los candidatos políticos que han votado, y por mayoría proporcional (en nuestro sistema) se configura el gobierno correspondiente, así como los demás poderes políticos del Estado. De forma que esas candidaturas electas tienen la legitimidad de las urnas (aunque habrá de reconocer la Sra. Cospedal, que no es algo perenne y fijo, sino volátil, si bien no se cuestiona hasta la siguiente elección; salvo una pérdida de confianza abrumadoramente clamorosa, que determinaría la convocatoria anticipada de elecciones –que con la caída de intención de voto, los incumplimientos electorales, el incremento de la conflictividad social y del paro, bien podría empezar a considerarse en estos difíciles momentos).
Por su parte, la “democracia participativa” supone el necesario establecimiento de cauces públicos para que la sociedad se manifieste públicamente ante cualquier tipo de problema, de su opinión, convoque actos públicos (todo ello conforman derechos constitucionales de libre reunión, opinión y asociación), y en el uso legítimo de tales mecanismos activan el parecer de la opinión pública que atiende a los planteamientos de estos “actores sociales” o no. En la sensibilidad política del gobernante está verificar el alcance y apoyos sociales de las pretensiones y planteamientos de cada uno de estos movimientos sociales, para incluirlos en la agenda política o no. Pero a estos ni se les debe criminalizar (echándoles encima a las fuerzas de orden, sancionándoles, o descalificándolos, etc.) y mucho menos retándolos de forma altiva y artera, como lo ha hecho Cospedal, por original que se haya creído a sí misma, creo que ha cometido un importante error político, además de revelar un talante escasamente democrático.
Ya que, Sra. Cospedal, la democracia no es votar cada cuatro años solamente, por más que a Vd. y a muchos como Vd. quisieran que asi fuera. Una sociedad democrática y madura (como empieza a madurar la sociedad española, a base de desengaños políticos, sufrimientos y recortes) tiene vida propia y no puede dejar en manos de cualquiera la “cosa pública” illo tempore.

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