martes, 6 de septiembre de 2011

NUEVO REALINEAMIENTO DE ALIANZAS INTERNACIONALES


               
                  Tras la caída del bloque soviético hubo un radical cambio en la toma de posición de las relaciones internacionales, pues quedó sólo un bloque en pié, pues el que emergió de las ruinas del comunismo soviético dista mucho de ser un bloque, sino más bien una serie de Estados en vías de desarrollo –tras su estreno neocapitalista-, que se incorporan a la escena internacional donde el bloque del Este ha sido sustituido, en cierta medida,  por un convulso mundo islámico en que el radicalismo yihadista es el peligro actual de Occidente, como se ha podido constatar en las criminales acciones terroristas de los grupos fundamentalistas islámicos en torno a “Al quaheda”.
                Tal fenómeno ha convulsionado también gran parte del mundo árabe mediterráneo, donde los viejos y dictatoriales regímenes emergidos del nacionalismo árabe de los años 60, tras mantener a sus sociedades en el atraso, en una situación de defensa a ultranza del “statuo quo” del núcleo cerrado del régimen dominante y sus sectores aledaños de influencia, han generado que la masa se haya hartado de tales satrapías y haya pedido el cambio de régimen. El problema es que a esas peticiones de cambio se han unido sectores del fundamentalismo islámico, que previamente se habían organizado y habían prometido su particular paraíso a las capas sociales más deprimidas y empobrecidas, que en un determinado momento pueden hacer girar el régimen hacia modelos de corte fundamentalista islámico que representarían un grave peligro para la estabilidad de la zona euromediterránea, e incluso en Oriente Medio (en los supuestos de Siria, Libia, Turquía, y Egipcio).
                Por su parte, Túnez hizo su revolución, al igual que Egipto, habiéndose hecho con el poder los sublevados. Y tenemos los casos de Siria y Libia en los que hay una guerra civil – en el primer caso latente, sin que llegue a atisbarse un triunfo de la insurrección tras las duras represiones del régimen; y en el caso libio la guerra es patente, si bien está llegando a su fin con el triunfo de los rebeldes, entre los que aún queda bastante que afinar para saber realmente el rumbo que tomará el país-.
                Entre tanto, saltan noticias que la CIA y el servicio secreto británico habían colaborado con el régimen de Gadafi, que hace unos años era bombardeado por EEUU por su apoyo explícito al terrorismo internacional. Pero también ha trascendido la noticia –dada por el digital “Aurora Israel”- que el FBI está espiando a la embajada judía en Washington. De igual manera, un país de la zona como Turquía –gobernado actualmente por un partido islamista- y miembro de la OTAN está planteando una peligrosa escalada desestabilizadora contra el Estado de Israel –aparentemente por el conflicto de Gaza, pero  realmente viene dada por los intereses geoestratégicos y económicos de los yacimientos de gas de Chipre-. En este marasmo de realineaciones y reagrupamientos, se genera una situación de inestabilidad que por la zona –ya por sí inestable- y proximidad a Europa y a los intereses geoestratégicos del  Mediterráneo y Oriente Medio puede resultar realmente peligroso.
                Y por fin, por si faltara algo al cuadro de inestabilidad internacional en la zona, hemos de añadir la pretensión de Palestina de que se le reconozca como Estado independiente, asunto que bien debería de consensuarse por las fuerzas en litigio, incluyendo al Estado de Israel, que siempre ha mantenido su disposición a la política de paz por territorios. Que sin embargo, de esta manera no llegará a asumir lo que resulte sin su concurrencia, o más bien, a sus espaldas.
                En todo esto la diplomacia de EEUU y la de la UE deberían de reforzar una posición de enfriamiento de la escalada de tensión en la zona, y propiciar los oportunos foros de paz en los que las partes en litigio puedan dialogar. Siendo excluidos los que no asuman los procedimientos de diálogo diplomático para la resolución de conflictos.
                En cualquier caso, nos espera un “otoño caliente” en la zona, cuya temperatura urge enfriar a la mayor urgencia.

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