lunes, 2 de septiembre de 2013

EL DESPLOME DEL SOCIALISMO SE REFLEJA EN RODIEZMO-2013


La suspensión del acto público de Rodiezmo con el que el PSOE y la UGT regalaban los oídos a los trabajadores de la minería astur-leonesa, refleja la profunda crisis que padece el socialismo español y su sindicato hermano la UGT.
Como el deambular de los mismos, el acto de inicio de curso político en Rodiezmo de la izquierda socialista y laborista española, ha durado 30 años, justo los de evolución del PSOE y la UGT en el poder, después de la transición democrática española.
Atrás quedan esos multitudinarios mítines de los líderes sindicales y políticos socialistas, que hablaban de los descamisados, con tal soltura y desparpajo que los hacía creíbles, aunque en el camino han quedado numerosas conductas públicas poco ejemplares, junto a una insensibilidad real con la clase trabajadora que los ha ido  apartando de la realidad de estos, por lo que también los han ido abandonando, al sospechar que había una especie de pacto tácito de “taparse vergüenzas”, y constatar que su acción política y sindical estaban lejos de las necesidades urgentes de los trabajadores, que iban viendo como progresivamente perdían derechos adquiridos, salario, y hasta el propio empleo, mientras sus representantes les daban buenas palabras y poco más.
            Por consiguiente, se hace necesaria una “refundación de una izquierda laborista”, que vuelva a conectar con los intereses de la clase trabajadora y media de nuestro país, que defienda el contenido real de un “Estado Social y de Derecho” como viene definido por la Constitución, que no juegue en las procelosas aguas del poder fáctico económico, de esos llamados “mercados” (en referencia a los nuevos mercaderes) que no conocen fronteras, ni humanidad, sólo su mezquina codicia.
            Y del mismo modo hace falta una refundación sindical, pues el modelo sindical de la transición fue engullido por el sistema político que lo supo neutralizar en razón de los intereses y necesidades burocráticas, estructurales propias, que lo fue domesticando y distanciando de la clase trabajadora. Ese sindicalismo que ha consentido estos niveles de paro tan altos como ignominiosos para una sociedad que pretende ser justa, que se ha aviado con las subvenciones que el poder le dedicaba, con el negocio de los cursos de formación, llegando a cruzar las líneas de la decencia con escándalos tan clamorosos como los ERE´S falsos en Andalucía, como en su día la PSV, a los que añadir las canonjías que disfrutaban a cuenta del sindicato de algunos de sus líderes, como se ha evidenciado en la UGT de Andalucía. Siendo así, que este modelo de sindicalismo se ha visto contaminado por la propia acción política del sistema poco transparente que se erigió con partidos políticos no democráticos en su funcionamiento interno, regidos por los “aparatos internos” (pequeña elite que los controla, y se instala en la política y acaba favoreciéndose a sí misma con todo tipo de prebendas, como estamos descubriendo). Los mismos sindicatos, que tras criticar los ERE, los aplican a sus propios empleados.
            Está claro que esta izquierda político-sindical se está desmoronando, junto a una falta de horizonte, y una consiguiente falta de liderazgo en su interior que pueda aglutinarlos con un nuevo proyecto justo, solidario, internacionalista, laboralista de porte socialdemócrata que atraiga la atención y el interés de la gente, que previamente ha de estimar creíble el proyecto, el mensaje y sobre todo, los mensajeros. Cosa que a día de hoy no se da, pues ni se ve proyecto, ni mensaje, y los mensajeros actuales de ese sector ideológico han perdido su crédito público.

            Hace falta nuevos mensajeros y nuevos mensajes, para que se pueda recomponer una izquierda laborista político-sindical, que en su día lideró el PSOE y la UGT, y que hoy no convence  ni a los propios, porque no se ha apreciado la diferencia en los gobiernos socialistas, como en la actual deriva de la UGT de defensa de intereses de los trabajadores y clases medias por encima de otros intereses político-coyunturales, o lo que es peor, económico-bancarios, como se ha visto en el caso de los últimos gobiernos de ZP, que siguió la estela que dejó marcada Felipe González en su última etapa de gobierno, cuando giró su política para sintonizar con la UE y se olvidó de sus raíces laboristas (socialistas y ugetistas).

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