viernes, 7 de enero de 2011

MAYOR MADUREZ ANTE EL CONFLICTO DE LA LEY ANTITABACO


            
             La nueva ley que prohíbe fumar en lugares públicos, conocida como antitabaco, está trayendo una gratuita polémica social, ya que conociendo los efectos nocivos para la salud del tabaco, era justo que el Estado legislara para limitar los efectos indeseados de dicha actividad.
            Pero aunque se diga que es una ley antitabaco no lo es tal, ya que no carga directamente contra el ejercicio de fumar –por otros considerado vicio-, que además es una decisión de la libre voluntad personal. Lo que limita, o más bien prohíbe, es el fumar en lugares públicos, ya que los demás concurrentes en un espacio público (cafeterías, bares, restaurantes, autobuses, trenes, etc.) no tienen por qué tragarse los humos que expelen sus desconsiderados conciudadanos, y especialmente si esos humos son malos para la salud.
            Se ha hecho mucha demagogia con este tema que representa una importante acción en materia de salud pública, siendo el momento de llamar a la verdad por dura que sea a tanto adulto que no ejerce responsablemente su libertad, generando reacciones de adolescentes, cuando no infantiles, al anteponer su capricho donde sea, cuando sea y por encima de quien sea.
            Los datos científicos  ponen de manifiesto la directa relación entre el tabaquismo y una diversa gama de enfermedades de cierta gravedad. Pero además, prestar asistencia por cada una de esas patologías es algo que no es ni gratuito, ni barato, pues la asistencia que no se paga cada quien, la pagamos entre todos con nuestros impuestos. ¡Y que nadie diga que para eso paga la seguridad social y los impuestos!, pues seguramente, ni con todo lo que haya pagado en toda su vida se puede hacer frente a algunos de estos gastos sanitarios, incluso en tratamientos individuales (especialmente cuando se han de realizar intervenciones quirúrgicas con exploraciones diagnósticas en profundidad, o incluso tratamientos oncológicos).Y por qué no decirlo, en tiempos de escasez económica, donde el sistema público de salud tiene necesariamente que ahorrar para tratar de ser más eficientes en la asistencia pública sanitaria, la prevención es la acción más razonable por económica e indolora.
            Así que demostremos ser una sociedad de individuos maduros, tanto en lo personal, como ciudadanos, y atendamos a los consejos de los expertos sanitarios, abandonando el tabaco. Pero si alguno, no quiere dejar de fumar, o considera que es difícil que le toque “la fatal lotería de la vida”, que al menos sea consecuente con su responsabilidad ciudadana y se reserve todo el humo que pueda soltar su consumo de tabaco para sí mismo, sin implicar a familiares, vecinos, o compañeros de trabajo.
            Pero aún así, deberían de subirse los impuestos tanto al tabaco como al alcohol, con una finalidad directa de mejorar la financiación sanitaria, de forma que en términos generales de los grandes números, se puedan financiar los efectos perniciosos para la salud de estos usos o abusos que derivan en alcoholismo o tabaquismo, y que no nos repercutan a los demás, ni en nuestra salud, ni en nuestro bolsillo, ni en la merma que un gasto excesivo podría representar para otros tratamientos de enfermedades irremediables e imprevisibles.

1 comentario:

  1. pues como no hay mal que por bien no venga, se ha de saber que el tabaco produce al estado DIEZMIL MILLONES de euros anuales en impuestos directos e indirectos(26 diarios ,jo)sin ese dinero seguramente quebraria el estado, por eso lo siguen permitiendo y encoma subvencionas las plantaciones en España,y ya puestos si nos tragamos el humo de los coches, y autobuses, el otro es de risa.

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