martes, 2 de agosto de 2011

LA LEY DE LA SELVA SE HA INSTALADO EN LA ECONOMÍA GLOBALIZADA


España ha vivido hoy otra jornada de pánico económico, con el diferencial de deuda disparado en los 400 puntos –índice nunca antes alcanzado-, y una nueva sesión de caída bursátil, que ha llevado la alarma a la economía nacional, al punto que el presidente del gobierno ha suspendido el inicio de su periodo vacacional.
Además, no es la primera vez que recientemente nos vemos en una crítica situación financiera por la duda de los agentes económicos internacionales sobre el real estado de salud de nuestra economía y su capacidad de recuperación –con graves dificultades estructurales no corregidas, y alto endeudamiento interior, aunque la deuda pública haya mejorado en sus índices en el último año, con las medidas de ajuste gubernamentales-.  Naturalmente a lo anterior, habría que añadir inmorales razones especulativas de una economía basada en el capitalismo financiero desalmado, que ya se ha preparado previamente la desregulación de los mercados, para poder operar a su antojo, sobre la base de la más elemental y cruel “ley de la selva”. Y ¡sálvese quien pueda..!.
La desconfianza, codicia e insolidaridad es tal, que esta situación ni ha sido la primera, ni será la última, si la UE cierra filas de forma monolítica como un bloque, en vez de seguir atosigando y espoleando las economías de los socios más débiles, a los meros efectos monetaristas, y de la banca alemana y francesa.
Lo que no se puede es dejar economías languidecientes abandonadas a su suerte de los “buitres financieros” desde sus atalayas del ciberespacio y de los paraísos fiscales. Urge un compromiso mayor de la UE, empezando por Alemania y Francia –que lideran la Unión- en defensa de esta Empresa político-económica común que nos dimos, apostando por el Estado del Bienestar, blindándose ante iniciativas codiciosas, especulativas, de una economía global que sólo beneficia a lobbys financieros y grandes capitales, frente al interés común de la mayoría de la ciudadanía europea. Pues el fracaso en esta crisis, acabará siendo posiblemente el fracaso del proyecto de la UE.
Se requiere ya un desarrollo coordinado de las políticas económicas entre los países de la UE, incluido un sistema tributario homólogo, y sobre todo la intervención de apoyo de las economías débiles de la UE, reforzándolas con la creación de “bonos europeos” que hagan frente en común a una financiación más justa de esas economías, que posibiliten su progresiva recuperación, y la conclusión de maniobras económicas especulativas de la “piratería financiera internacional”.

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