Escasa
participación ciudadana ha generado la convocatoria de manifestación realizada
por UGT, CCOO y el STERM con ocasión del 1º de mayo en Murcia, al punto que una
agencia de noticias refiere una participación de “cientos de personas”, las que
han discurrido en la mañana de este domingo por la Gran Vía de Murcia, con los
carteles y slogans propios de las quejas y reivindicaciones del mundo del
trabajo, que en la actualidad no son pocas.
Por ese motivo, extraña la escasa
capacidad de convocatoria –que de forma menguante- están teniendo en los
últimos años los sindicatos considerados mayoritarios, precisamente en época de
una grave crisis económica, política y social, en que más necesaria sería la existencia
de unas organizaciones sindicales fuertes que defendieran los intereses de los
trabajadores ante un gobierno –que emulando el contexto internacional, se pone
cada vez más de perfil en las cuestiones obreras, cuando no recorta las ayudas
a las mismas para ahorro de las cuentas públicas-.
Acaso sean los defectos que han ido
generándose en los comportamientos de las grandes centrales sindicales, propias
de su progresiva burocratización generada como consecuencia de su
institucionalización en el sistema (que incorporándolas con ayudas y subsidios
las ha apartado de su raíces de lucha obrera), al tiempo que la progresiva
terciarización de la economía (al sector servicios) ha ido difuminando la
identidad de clase obrera de gran parte de los asalariados, todo lo cual ha ido
contribuyendo a una progresiva desafección de los trabajadores sobre los
sindicatos, y de estos a aquellos, dado que su subsistencia no dependía de las
cuotas laborales, sino de la consideración de los más representativos (
finalmente reducida a dos, que se han ensimismado en sus propias estructuras
endogámicas de poder e interés de sus élites internas), dando el mayor de los
servicios al capital que campa libremente por sus fueros en una UE cada vez más
dominada por el capital centro-europeo en el contexto económico-político de
globalidad, donde los papeles ya se han repartido, quedándole a España el de
espacio de “geriátrico de Europa” y destino turístico, estando los demás
sectores productivos subordinados a los intereses de la oligarquía
centro-europea.
En tales condiciones, bajar del 25%
de paro es quimérico, de forma tal que empieza a asumirse como algo sistémico
postergándose en el tiempo las promesas más optimistas de reducción, aunque
¡largo lo fían…!.
Por consiguiente, se hace necesario
y urgente unas nuevas políticas económicas, menos materialistas y más humanas,
más integradoras por solidarias, y junto con ello, urge también repensar un
nuevo modelo de organización y acción sindical más auténtica, dinámica, eficaz
y creíble. Pues nos va mucho en ello, en un futuro más o menos inmediato.
Sin embargo, nada de eso se plantea
en este 1º de mayo, en las arengas sindicales de las menguantes
manifestaciones, ni en el discurso público, pues ahora parece que lo importante
está en el nuevo proceso electoral (escondiendo el fracaso del diálogo y la
negociación, ante la venta de una utopía de cambio radical, beneficio y
felicidad pública según las diferentes opciones). Como si nada hubiera pasado
antes (corrupción, recortes injustos e insolidarios, rescate público de la
banca, empobrecimiento público, personalismos políticos interesados, etc.),
ahora todo o casi todo depende de volver a votar….. Cuando la lógica llevaría a
que las urnas castigaran la ineptitud de la clase política para el diálogo y el
pacto con una clamorosa y aleccionadora abstención….., acaso equiparable a la
progresiva desafección que están padeciendo los sindicatos y la propia clase
política española.
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