domingo, 1 de febrero de 2009

EL BAJO CRÉDITO DE ZAPATERO


La crisis económica está dejando bajo mínimos el standard social del Estado del Bienestar, pues con el pavoroso incremento del paro en España el país está perdiendo índices de riqueza y de calidad de vida.

La falta de crédito en los mercados financieros, que están arrastrando a infinidad de empresas y familias a una dura crisis económica, empieza a ir acompañada de la “falta de crédito” político y social de nuestros gobernantes, ante la escasez de medidas adoptadas y la ineficacia de las mismas para la superación de la crisis. Pero además, aún están en el recuerdo social las fastuosas palabras del presidente del gobierno negando la crisis –claramente por motivos electorales-, o atribuyendo una mágica fortaleza económica al sistema bancario español, y a la economía de nuestro país, que apenas se iba a afectar por la crisis, que era de los norteamericanos.

¡Que falta de rigor, de seriedad y de honradez política!. Cualquier cosa era buena para negar la evidencia, ganar las elecciones, y después “de lo dicho no hay nada…”

Después se descarga “el bueno de ZP” con una remesa de “dinero fresco” para la banca, naturalmente del Erario público, con el fin de “inyectar solidez” a la “inmejorable banca nacional”, en el entendido que ese dinero era para que la banca facilitara créditos a empresas y particulares. Pero resulta que la “gran banca nacional” – a la que no le hacía falta ayuda-, retrasa arteramente la puesta en circulación de esos flujos de dinero público, so pretexto de la falta de garantías de los peticionarios de crédito, o el descenso del número de los mismos. ¡Vaya un sarcasmo..!.

Entre tanto, hay empresas en serios apuros de viabilidad, flujos masivos de trabajadores al paro, mientras los bancos “se han apañado” con ese dinero -¡que no necesitaban!-, pues lejos de ponerlo en circulación, parece que vaya a restañar las heridas que les haya inflingido la crisis. ¡Y a los demás que nos parta un rayo…!.

Asimismo, el gobierno asiste inerme a los acontecimientos, que le van sobrepasando día a día, en vez de tomar medidas drásticas donde las haya de tomar, y promover una necesaria reforma estructural, de la hondura de las que se hicieron en los años setenta y ochenta en nuestra economía, cuyos niveles de alerta se están activando ante los malos resultados económicos, que ubican a España entre los países más vulnerables económicamente de la UE, y con mayor destrucción de empleo.

Por tanto, se hace urgente una decidida actuación del gobierno, con la concurrencia de los agentes sociales, que pacten los cambios estructurales que el país necesita; teniendo en cuenta la complejidad de la actual situación, especialmente referida a nuestro país, que por un lado ha derivado a favor de la UE competencias soberanas en materia monetaria –de las que no puede echar mano de forma unilateral-, y por otro lado, la complejidad del inacabado y menesteroso “Estado de las Autonomías”, que dificulta la puesta en práctica de políticas eficaces en materia económica, no ya tanto por los diferentes conflictos competenciales –que también-, sino por los concretos intereses de las elites políticas territoriales puestos en valor en la conformación de la mayoría gubernamental, y que no siempre coinciden con el interés del Estado español.

La sociedad en general, y los tres millones de parados, demandan una urgente intervención, antes que el daño de la crisis económica plantee la dureza de una crisis social que puede poner en dificultades al país, deslegitimar la política institucional, y el liderazgo político de un gobierno que pierde crédito a diario.

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