domingo, 9 de octubre de 2011

UNA CONVENCIÓN TRIUNFAL


La Convención del Partido Popular, celebrada este fin de semana en Málaga, que tenía por objeto el debate y elaboración de ideas programáticas de cara a la inminente cita electoral, se ha desarrollado en un ambiente triunfal y eufórico, de quienes ven un próximo desembarco en el poder del Estado.
Esta reunión  de los populares, sin embargo no ha contribuido realmente a la finalidad manifestada, pues apenas se han esbozado algunas ideas, que más bien aparentaban intenciones de llevar a cabo en la futura agenda de gobierno. Pero no se ha expuesto la forma en que se llevarán a cabo dichas ideas, lo que deja en el arcano los procedimientos futuros de gobierno.
Probablemente esta reunión del PP haya pretendido dar a entender a los votantes que el líder de los populares, Mariano Rajoy, tiene un programa de gobierno para hacer frente a la difícil situación que padece nuestro país, y así acallar las acusaciones de la oposición de una falta de ideas, de definición de políticas, y en suma en un disimulo de futuros recortes sociales. Pero sin embargo, a tenor de lo que ha trascendido de dicho acto político, no podemos ni desmentir, ni afirmar, sobre las acusaciones de la oposición sobre una futura política de recortes económicos y sociales, por puro imperativo de la situación de crisis económica; ya que –como decíamos- más allá de apuntar intenciones, no se han indicado los procedimientos para llegar a dichos logros, lo que deja en “zona de penumbra” la respuesta, cuidadosamente guardada entre los futuros actores políticos.
Si nos atenemos a las afirmaciones de los líderes del PP –más allá de los mensajes propagandísticos- nos encontramos con algunas afirmaciones que pueden no ser compatibles, y por consiguiente resultan contradictorias, ya que se afirma que no habrá recortes sociales, ni en servicios esenciales, al tiempo que también se afirma que no habrá subida de impuestos. Tales disposiciones, en un momento de déficit, con grave crisis, se antoja poco compatible, pues si se mantienen los servicios públicos esenciales –salvo que se recorte en otros capítulos del gasto corriente, y de la burocracia- probablemente no se pueda mantener la promesa de no subir impuestos. O viceversa. Ya que eso llevaría a la “descapitalización de los servicios públicos” y con ello a que resulten inútiles e inviables para la función encomendada. A partir de lo cual, habría que volverse a replantear su sentido, su apoyo (que no resulta gratuito) o su recorte, con el costo político que conlleve.
Por consiguiente, ubicamos la Convención realmente en un plano más propagandístico que auténticamente programático, para empezar a generar ambiente –hacia la militancia y simpatizantes del PP-  y movilización, de cara a las próximas elecciones generales.

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