domingo, 10 de octubre de 2010

BARREDA ENTRE EL REALISMO POLÍTICO Y LA POLÍTICA VIRTUAL


Hace tiempo que se afirma que el político en ejercicio ha de saber distinguir bien entre lo que se piense o aprecie de la realidad, y la expresión pública de lo políticamente correcto. Algo así como disimular o amortiguar la realidad para no decir nada que comprometa públicamente.
            De forma que el discurso político, en la mayoría de las ocasiones, ha de distinguirse de los planteamientos políticos reales, precisamente para seguir vendiendo aquello que convenga, frente a la incómoda realidad. Y algo así es lo que les está sucediendo a los socialistas, que con las múltiples contradicciones de ZP y su gobierno, han ido perdiendo gran parte de su crédito público, que ahora necesitan para el gobierno y eficacia de las medidas económicas adoptadas.
            Si bien tal crisis de credibilidad del liderazgo de ZP ha vuelto a tener un punto álgido en su torpe apuesta en las elecciones primarias de su partido en Madrid, apoyando decididamente a la candidata que posteriormente ha resultado vencida por el que querían retirar en los “juegos de despacho”, algo que naturalmente no le deja indemne, entre sus militantes donde se pone de manifiesto que estos han dejado de creer en el buen criterio de su líder, atendidas las circunstancias.
            Por consiguiente, ha habido “ruidos de cambio” en el seno del socialismo, postulando el relevo de ZP y su cúpula ante los desastrosos resultados que les auguran las encuestas electorales, resultando que los primeros en unirse al “ruido interno” han sido algunos de sus barones territoriales, entre los que ha destacado por su proclama –posteriormente rectificada- el presidente socialista castellano-manchego, que se debate así, entre el realismo político y la política virtual. Aunque lo grande del caso, es que esos disimulados movimientos internos, no ponen de manifiesto una preocupación por la deriva de la crisis económica y política española –con tanta cesión competencial a Cataluña y País Vasco-, ni tampoco una diferencia de matiz ideológico, sino que se mueven ante la más que probable pérdida del poder, y por tanto de su puesto político.
            En cualquier caso, la situación en la que se va enrocando progresivamente el zapaterismo para no perder el poder, en plena crisis y con la hipoteca nacionalista permanentemente sobre la mesa, previsiblemente le va a pasar una amarga factura electoral, que puede tener también desastrosas consecuencias internas; por cuyo motivo, habría de plantearse unas elecciones anticipadas que dejen oir la voz del pueblo en tan delicada ocasión, pues de lo contrario la erosión aún puede ser mayor.
            Sin embargo, hay quien baraja la estrategia del mismo PSOE de que ZP se autoinmole en el sacrificio de acabar de imponer las duras medidas de ajuste económico, social e incluso político que el país requiere, y que le exige la UE, de forma que transcurrido este duro periodo se retire y deje libre el camino a un nuevo candidato socialista que comience su singladura sin estas difíciles ataduras que imponen los tiempos actuales. Y desde luego, sobre todo la idea de ganar tiempo a que escampe.
            Pese a todo, entendemos los nervios de Barreda, que han sido de los primeros en aflorar públicamente. ¡Y eso que aún detenta una importante parcela de poder, desde la que puede mover los hilos de la gobernanza en su favor!.

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