domingo, 3 de octubre de 2010

EL CICLISMO CONTRA EL CICLISMO

El ciclismo profesional viene dando muestras en los últimos años de cierto grado de impudicia en el tratamiento de su lucha contra el doping, puesto que nos va sorprendiendo con espectaculares escándalos de descubrimiento de supuestos de dopaje en las celebraciones de los grandes eventos internacionales de este deporte. Transmitiendo una mala imagen de esta gran especialidad deportiva, que tanta afición ha tenido en nuestro país y en los países de nuestro entorno.
Naturalmente que nos mostramos contrarios a cualquier tipo de dopaje, deportivo y extradeportivo, por ser perjudicial a la salud, contrario a las buenas prácticas de competición deportiva, y nocivo socialmente. Pero lo que sí pedimos a los responsables de esos controles médicos de los diferentes estamentos federativos oficiales y extraoficiales es que los mismos sean creíbles, para lo cual exigimos que sean certeros en sus determinaciones y sobre todo rápidos en su evaluación; puesto que no resulta de recibo que este tipo de pruebas, a veces tenga más sombras que luces en sus determinaciones, y sobre todo que aparecen meses después de celebrada la prueba deportiva con el consiguiente daño personal, y deportivo, no sólo contra el deportista afectado sino contra el mismo deporte que practica por sospechas de trampas, bien en su práctica, bien en la detección del dopaje.
Y esos requisitos, que serían exigibles a cualquier tipo de prueba deportiva, habrían de serlo con más celeridad y seguridad en eventos deportivos de primer orden internacional como el Tour de Francia, el Giro de Italia o la Vuelta Ciclista a España. Ya que de lo contrario, no sólo está en juego la carrera deportiva del ciclista afectado, Valverde en su día, y actualmente Contador al que se le ha descubierto una ínfima cantidad de clembuterol, que pudiera justificarse por la ingesta de carne tratada con ese fármaco, y que por su escasa entidad, no parece que haya sido relevante en el triunfo del ciclista español en esta nueva edición del Tour de Francia.
De forma que noticias como estas, arrojan sombra no sólo sobre Contador, que si esa es la supuesta “trampa” no parece que incluso científicamente pueda hablarse realmente de dopaje, sino más bien de “hallazgo” casual sin mayor entidad, sino sobre todo sobre la limpieza del mismo ciclismo profesional, en su rara forma de actuar exponiendo a la opinión pública hallazgos sin entidad, que generan injusta polémica, desaniman a corredores, equipos, técnicos y empresas patrocinadoras, en unos momentos en que el deporte profesional no está precisamente sobrado de patrocinadores, pues más allá del hecho noticioso no parece existir más, y sin embargo se arroja “basura” por la sospecha de trampa que se cierne en todo ello.
De hecho el ciclismo es el único deporte que pasa unos controles antidopaje de amplio espectro, que generan un alto nivel de detección, que no siempre se corresponde con un dopaje tramposo, sino con una ingesta ocasional o el uso de un determinado fármaco medicamente prescrito para algún tratamiento clínico. Por lo que nos preguntamos, ¿qué pasaría si se llevaran estos estrictos controles en otras modalidades deportivas de alta competición?.
En cualquier caso, tengamos presente aquella sentencia jurídica clásica (“maximus ius, máxima iniuria”) que advertía de la injusticia de la aplicación estricta de la ley, cuando no se contemplan circunstancias de equidad que ponderan la interpretación y práctica legal adaptándola a la “justicia del caso concreto”, que es cuando realmente se suele hacer justicia.

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