sábado, 30 de octubre de 2010

IN MEMORIAM


Se nos ha ido Marcelino Camacho, un líder sindical que demostró su grandeza humana y como sindicalista en tiempos difíciles. Hombre socialmente comprometido y coherente con sus ideas, se estuviera o no de acuerdo con las mismas.
                Icono de un sindicalismo de la transición, que bien se echa en falta en los actuales momentos de crisis, pues el ejemplo de hombres como Marcelino Camacho, o incluso Nicolás Redondo, infundieron un estilo en la defensa de los derechos de los trabajadores en una España que salía de una larga dictadura, donde esos derechos se negaban, o se filtraban y matizaban a través del sindicato único falangista. Algo por lo que Marcelino hubo de pagar con prisión, en base de a unas leyes liberticidas y por ende injustas.
                Pero fue su clara determinación, aún en el castigo injusto, y posteriormente al frente de CCOO lo que hizo de él un auténtico líder del mundo del trabajo. Siendo así, que además fue capaz de transigir en el duro periodo de transición política, en sus postulados esenciales, lo que contribuyó de forma clara al retorno del régimen de libertades públicas de la democracia.
                Siempre austero, incluso en su forma de vestir, y en su forma de vivir, pues era hombre de firmes convicciones, que le hacían ser auténtico y de una pieza. Pese a sus convicciones filocomunistas fue respetuoso en mantener un sindicalismo de clase pero abierto a todo tipo de trabajadores, sin vinculaciones políticas definidas, llegando a acoger a gentes procedentes del sindicalismo católico, sin que ello representara ningún tipo de antagonismo en el seno de su movimiento sindical.
                Por otra parte, reconocer que en su lucha por la clase obrera, no antepuso protagonismos de ningún tipo, y junto con UGT propició una conveniente “unidad de acción” entre los dos sindicatos mayoritarios del país, que reportó la consiguiente efectividad en la defensa de los derechos de los trabajadores y de unas condiciones más dignas de vida en el mundo del trabajo.
                Y sobre todo, fue ese talante respetable, firme, pero dialogante, lo que posibilitó también el necesario entendimiento de las fuerzas sociales y políticas, en plena crisis económica y política –con la transición en marcha-, en los famosos  “Pactos de la Moncloa”, que reportó la necesaria estabilidad económica y social del país en momentos particularmente difíciles.
                Además supo aguantar embates involucionistas trágicos como el ataque que infligió un grupo de extrema derecha al despacho de abogados laboralistas, en lo que representaba una clara provocación a la izquierda. Hecho que supieron encajar y reconducir sin mayor estridencia que la justa protesta y el lamento por compañeros asesinados.
                Así pues, ¡descanse en paz, un hombre de bien.!
           

No hay comentarios:

Publicar un comentario